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Reconociendo la naturaleza transfronteriza de muchos de los problemas medioambientales a los que se enfrentaban, en la década de 1970 los Estados miembros de la UE se comprometieron a actuar juntos en un conjunto de políticas y objetivos relacionados. A partir del primer programa de acción en materia de medio ambiente, en la década de 1970 se adoptaron varios instrumentos legislativos clave en materia de medio ambiente, incluidas las primeras versiones de la Directiva marco de residuos, la Directiva de aguas de baño y la Directiva de aves.
Los esfuerzos globales y paneuropeos marcaron la década de 1980, entre otros el Protocolo de Montreal para la capa de ozono, la creación del Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático y el Convenio de la Comisión Económica para Europa de las Naciones Unidas sobre la contaminación atmosférica transfronteriza a gran distancia. Paralelamente a estas iniciativas globales, las políticas medioambientales de la UE también se reforzaron con la creación en 1981 de la Dirección General de Medio Ambiente de la Comisión Europea y la integración formal de la «protección del medio ambiente» en los tratados de la UE con el Acta Única Europea de 1987. Con el Tratado de Ámsterdam de 1997, el «desarrollo sostenible» se reconoció como un objetivo formal de la Unión Europea, permitiendo a los Estados miembros de la UE actuar conjuntamente y apoyar la implementación de objetivos globales, tales como los Objetivos de Desarrollo del Milenio (ODM) de 2000 y la Agenda 2030 y sus 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible a partir de 2015.
En el ámbito del cambio climático se dieron desarrollos similares, incluida la adopción en 1992 de la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (UNFCCC), seguida por el Protocolo de Kioto en 1997. El Protocolo de Kioto obliga jurídicamente a los países desarrollados signatarios a objetivos de reducción de las emisiones hasta 2020. Los niveles de ambición y compromiso se incrementaron con el Acuerdo de París en 2015. Junto con sus Estados miembros, la Unión Europea es parte en estos acuerdos y fija objetivos para la UE en su conjunto.
Dado que el alcance de la legislación medioambiental y sobre cambio climático se amplió tanto a escala de la UE como a escala mundial, los datos de alta calidad se convirtieron en un requisito previo para poder hacer un seguimiento de los avances y detectar lagunas de información y problemas emergentes. En este contexto, Jacques Delors, Presidente de la Comisión Europea, propuso en 1989 la introducción de un sistema europeo de medición y verificación medioambiental, junto con la idea de crear una Agencia Europea de Medio Ambiente. La Agencia Europea de Medio Ambiente y la red europea de información y de observación sobre el medio ambiente (Eionet) se crearon posteriormente en 1994[1] para elaborar evaluaciones independientes sobre el medio ambiente en Europa y apoyar la formulación de políticas medioambientales en toda la UE.
Muchas de las Directivas de la UE en materia de medio ambiente exigen a los Estados miembros que monitoricen una serie de parámetros y envíen los datos y progreso relacionado con las acciones a unas frecuencias establecidas. Lo que comenzó como envíos de informes en papel por parte de las autoridades nacionales, se ha convertido en una plataforma web de notificación que recibe y aloja un número cada vez mayor de datos desde hace 25 años. En la actualidad, más de 400 instituciones de más de 39 países envían datos a través de la herramienta de información de la AEMA — Reportnet. Una vez entregados, los datos pasan por procesos de control y garantía de calidad de la AEMA para garantizar la coherencia y la comparabilidad de los mismos. Además de los datos de más de 400 obligaciones de notificación, datos procedentes de nuevas fuentes, como las observaciones por satélite del Programa Europeo de Observación de la Tierra Copernicus y de ciencia ciudadana, han ido ampliando nuestra capacidad para monitorizar los cambios en el medio ambiente y el clima.
Los instrumentos de difusión en línea de la AEMA permiten el libre acceso a esta riqueza de datos, que van desde el índice europeo de calidad del aire (mapa en vivo de las concentraciones de contaminación atmosférica en Europa), el sistema de información sobre el agua WISE y las emisiones de gases de efecto invernadero por sector y por país hasta una amplia base de datos que ofrece resúmenes detallados de las políticas y medidas relacionadas con el cambio climático previstas por los Estados miembros.
En base a estos datos, la AEMA elabora periódicamente indicadores y evaluaciones para controlar el progreso hacia diferentes objetivos de la UE. Por ejemplo, recientemente hemos publicado nuestro informe anual Trends and Projections (Tendencias y proyecciones), en el que monitorizamos los avances de la UE hacia sus objetivos para 2020 en materia de reducción de las emisiones de gases de efecto invernadero, energías renovables y eficiencia energética. Nuestra evaluación pone de manifiesto que la Unión Europea puede alcanzar los objetivos fijados para 2020, pero necesita seguir trabajando para conseguir los de 2030. Del mismo modo, un informe reciente de la AEMA afirmaba que la UE ha cumplido la meta de Aichi de designar el 10 % de sus mares como áreas marinas protegidas, pero la designación debe complementarse con medidas eficaces de conservación. A pesar de estos avances, nuestro último informe anual de indicadores, que mide los avances de la UE hacia los objetivos prioritarios en el marco del 7º Programa de Acción en materia de Medio Ambiente, destaca que la Unión Europea sigue sin alcanzar los objetivos medioambientales para 2020, especialmente en materia de protección de la biodiversidad y el capital natural.
Para la elaboración de evaluaciones fiables se necesitan datos de calidad. En la mayoría de los flujos de datos, la calidad de los datos a escala de la UE depende estrechamente de la calidad de los datos notificados por los países. Por ejemplo, el inventario de emisiones de gases de efecto invernadero de la UE constituye una agregación de los inventarios de los Estados miembros de la UE. Con este fin, la AEMA no solo trabaja para garantizar la calidad de los datos notificados, sino que también contribuye a desarrollar competencias coherentes en materia de monitorización y notificación en los Estados miembros. Respecto de algunas áreas de trabajo, Eionet facilita el intercambio de buenas prácticas no solo en la UE, sino también en una región más amplia, incluidos los países de la Política Europea de vecindad de Europa del Este y del Mediterráneo.
De hecho, la accesibilidad y la transparencia son componentes clave de las políticas medioambientales y climáticas de la UE. Un sistema sólido de seguimiento, notificación y verificación es fundamental para garantizar el cumplimiento de los compromisos y determinar dónde se necesitan esfuerzos adicionales para alcanzarlos. La necesidad de un marco transparente es aún más evidente en los esfuerzos mundiales, como el Acuerdo de París sobre el cambio climático. El Acuerdo de París reconoce formalmente la importancia de informar periódicamente sobre las emisiones y los esfuerzos de los países.
Desde su creación hace 25 años, el personal altamente especializado de la AEMA y los socios de la Eionet, incluidos los Centros Temáticos Europeos, han estado analizando los datos notificados por los Estados miembros y convirtiéndolos en conocimiento pertinente para las políticas. Al igual que en el ámbito de las políticas europeas, donde las políticas compartimentadas se han integrado cada vez más en marcos políticos sistémicos, la AEMA ha reforzado su trabajo en materia de análisis sistémicos e integrados. Desde la publicación del primer informe del Estado y perspectivas del medio ambiente en Europa (SOER) de la AEMA en 1995, el conocimiento de la Agencia Europea de Medio Ambiente se ha centrado cada vez más en la comprensión de los sistemas clave, como la movilidad y la energía, así como las interrelaciones globales y los desafíos en materia de gobernanza.
Es evidente que los retos medioambientales y climáticos del siglo XXI ya no pueden analizarse ni abordarse sin tener en cuenta las tendencias socioeconómicas en Europa y en todo el mundo. En estos tiempos de interacciones complejas y globales, producir análisis oportunos y pertinentes a diferentes escalas geográficas y temporales, así como proyecciones precisas, sigue siendo un reto. En este contexto, la AEMA, junto con la Eionet, seguirá invirtiendo en sistemas de información y de conocimiento y apoyando la toma de decisiones en Europa y a nivel global.
Hans Bruyninckx
Director Ejecutivo de la AEMA
Editorial publicado en el número de diciembre de 2018 de EEA Newsletter 04/2018
Nota:
[1] El Reglamento de base se adoptó en 1990 y se modificó en 2009.
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