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Al finalizar el año, la atención mundial se ha centrado en un llamamiento a la acción: tenemos que hacer frente urgentemente al cambio climático y detener e invertir la pérdida de biodiversidad.
Las conversaciones mundiales sobre el clima, conocidas comúnmente como COP sobre el clima (Conferencia de las Partes), reúnen a representantes de países de todo el mundo para abordar y ponerse de acuerdo en una serie de cuestiones relacionadas con el cambio climático, incluida la mitigación — cómo reducir las emisiones mundiales, la adaptación-, ayudar a los países a prepararse para un número cada vez mayor de efectos adversos del cambio climático, y la financiación, quién paga qué.
Asistieron a las COP sobre el clima entre treinta y cuarenta mil participantes registrados, incluidos líderes de más de 100 países, decenas de miles de delegados, decenas de miles de observadores (como representantes de la sociedad civil y la juventud) y miles de periodistas. El resultado de las intensas negociaciones en las COP es siempre fruto de un compromiso. No obstante, estas conversaciones ayudan a esbozar una visión y una trayectoria globales en las que todos los países y las distintas partes interesadas, incluidos los jóvenes y las comunidades indígenas, tengan voz y puedan llegar al público de todo el mundo.
La COP sobre el clima celebrada en Glasgow (COP26) en 2021 tenía por objeto situar al mundo en una senda de cero emisiones netas de aquí a 2050 y mantener dentro de los márgenes los 1,5 grados de calentamiento, determinados por primera vez por el Acuerdo de París en el contexto de la COP21 de 2015. Para alcanzar estos objetivos, los países acordaron, entre otras cosas, una serie de decisiones y acciones basadas en el Acuerdo de París.
Con el Pacto de Glasgow, la COP26 puso de relieve la emergencia, pidió una acción acelerada, la eliminación gradual de la electricidad producida a base del carbón y la eliminación progresiva de las subvenciones a los combustibles fósiles «ineficientes». En el Pacto también se pedía un mayor apoyo a la adaptación y una promesa de centrarse en las pérdidas y los daños en la conferencia siguiente. En la COP26 se celebraron otros acuerdos y anuncios sobre bosques, metano, automóviles y financiación privada. A pesar de sus deficiencias y compromisos, los avances en las negociaciones fueron tangibles y mantuvieron vivo el objetivo de 1,5 grados.
Un año más tarde, la COP27 de Sharm el-Sheikh, Egipto, se celebró en noviembre en un contexto y con una realidad mundiales completamente diferentes. Se enmarcó en el contexto de la guerra en Ucrania, precios de la energía elevados, con problemas de seguridad del suministro energético, elevadas tasas de inflación, que afectan a los europeos en una economía postpandémica, la fragilidad de la economía y los efectos catastróficos del cambio climático.
El optimismo mundial de última hora en Glasgow no se encontraba ya presente en Sharm el-Sheikh. Muchos de los participantes, incluido el vicepresidente de la Comisión Europea Franz Timmermans, concluyeron que la necesidad de reducciones urgentes y drásticas de las emisiones de gases de efecto invernadero no va acompañada de medidas ni compromisos concretos expresados por los países en la COP27. En sus propias palabras, «nos enfrentamos a un dilema moral. Porque este acuerdo no es suficiente para lograr una mitigación».
Al mismo tiempo, los países acordaron crear un nuevo fondo para ayudar a los países más vulnerables, afectados por pérdidas y daños debidos a los efectos del cambio climático. Las preguntas sobre quién va a pagar y cuánto, quién se va a beneficiar y quién decide siguen abiertas. A pesar del contexto actual, Timmermans volvió a confirmar la posición y el compromiso de la UE con la consecución de sus objetivos climáticos y medioambientales, así como el apoyo continuo de la UE a los más vulnerables. Nuestra realidad actual hace aún más necesaria una acción por el clima urgente y decisiva.
Representantes de todo el mundo se reunieron de nuevo en diciembre, esta vez en Montreal (Canadá), para acordar una acción mundial para proteger la naturaleza. El mundo ha ido perdiendo su diversidad biológica a un ritmo alarmante y el declive se está acelerando. Alrededor de un millón de especies se enfrentan actualmente a la extinción y muchos ecosistemas, vitales para el planeta y nuestro bienestar, están al borde de sufrir daños irreversibles. Por las generaciones actuales y futuras, tenemos que detener y revertir urgentemente la pérdida de biodiversidad, restaurando las zonas naturales en Europa y en todo el mundo.
La actual COP sobre la biodiversidad, conocida comúnmente como COP15 (dado que es la 15.ª reunión de la Conferencia de las Partes en el Convenio sobre la Diversidad Biológica), tiene por objeto establecer un marco mundial para la biodiversidad posterior a 2020. El marco establece 21 objetivos, incluido el de proteger el 30 % de nuestro planeta de aquí a 2030. También reconoce la necesidad de una acción mundial urgente, pero destaca igualmente la necesidad de transformar nuestros modelos económicos, sociales y financieros para detener e invertir las tendencias actuales.
En concreto, la acción consiste en proteger y restaurar más zonas terrestres y marinas y abordar actividades insostenibles en sectores clave como la agricultura, la silvicultura y la pesca.
Que logremos invertir las tendencias dependerá de lo que hagamos sobre el terreno. Por ejemplo, el 30 % objeto de protección debe incluir puntos críticos de la biodiversidad a escala mundial. También importa cómo se protegen estas zonas. Los sistemas de protección deben permitir la recuperación de la naturaleza. Estas zonas también pueden ser nuestro mayor aliado en la reducción de los gases de efecto invernadero en la atmósfera al servir de sumideros de carbono y hacer frente a los efectos negativos del cambio climático.
Ya sea en la COP sobre el clima o en la COP sobre biodiversidad, estamos debatiendo el mismo problema y la misma solución. El cambio climático y la pérdida de biodiversidad son dos síntomas de la misma enfermedad.
En Europa y en el mundo consumimos más recursos de los que nuestro planeta puede proporcionar. La manera en que producimos los bienes y servicios que consumimos está provocando el cambio climático y degradando el entorno natural. Las recientes crisis también han arrojado luz sobre las desigualdades existentes, y lamentablemente crecientes, en términos de beneficios, por una parte, y de impacto sobre la salud, vulnerabilidades climáticas y medios de subsistencia en riesgo, por otra.
Hoy en día, los costes del cambio climático y la degradación del medio ambiente pueden estar afectando a algunos de nosotros más que a otros. Sin embargo, todos nos vemos afectados y, a largo plazo, estos efectos aumentarán a menos que utilicemos esta década crucial para revertir las tendencias actuales. Estas COP instan a todos a tomar medidas audaces y a mostrar solidaridad con toda la vida en la Tierra.
Otro futuro es posible. Podemos adaptar y adoptar nuevos hábitos y construir nuevos sistemas. Juntos podemos escribir otra historia diferente para nuestro planeta en la que todos nos beneficiemos de una naturaleza más saludable y de un clima estable y en el que hayamos logrado minimizar los riesgos y los impactos. En 2030 podemos estar un paso más cerca de ese futuro.
Hans Bruyninckx
Director Ejecutivo de la AEMA
Editorial publicado en el Boletín de la AEMA, diciembre de 2022
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