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Por muy difíciles que sean las decisiones diarias que debamos tomar en 2022, tenemos que ser lo suficientemente valientes como para mantener el rumbo hacia el objetivo de sostenibilidad establecido en el Pacto Verde Europeo y aplicado a través de paquetes legislativos, como el paquete “Objetivo 55”. La clave reside en la solidaridad social. Europa ya ha puesto en marcha algunos mecanismos de dotación financiera para ayudar a las personas afectadas. Debemos reforzar este componente social en nuestros esfuerzos y abordar las desigualdades sociales que puede generar la transición económica.
Con 2021 llegando a su fin, los temas que siguen predominando en nuestras conversaciones diarias son la COVID-19, su última variante ómicron en aumento, las dosis de refuerzo de las vacunas y la eficacia de las vacunas, así como las nuevas medidas de confinamiento y las restricciones. La pandemia y sus consecuencias han afectado al conjunto de la población. El número de vidas perdidas asciende a millones. Con cada nueva ola, tememos no poder prestar atención médica a quienes la necesitan. Los riesgos y los costes humanos y sociales son reales.
En el caso de Europa, 2021 también ha estado marcado por inundaciones catastróficas de consecuencias mortales en varios países e incendios forestales en el sur. Lamentablemente, no resulta ninguna sorpresa. En los trabajos de investigación, entre los que se encuentra nuestro último informe sobre los peligros climáticos, se señala la frecuencia y la gravedad cada vez mayores de estos acontecimientos extremos debidos al cambio climático. Estos acontecimientos afectan nuestra salud y nuestro bienestar, además de reducir la resiliencia de la naturaleza. Es evidente que debemos adaptarnos y hacer todo lo posible para minimizar el aumento de las temperaturas medias globales. Incluso los decimales de un grado Celsius tienen su importancia, lo que se reflejó en la COP celebrada en Glasgow este año sobre cambio climático, que dio lugar a la conclusión del reglamento del Acuerdo de París y mantuvo vivos los objetivos de París y la oportunidad de limitar el calentamiento global a 1,5 grados Celsius.
No obstante, 2021 no ha estado marcado solo por la pandemia y los fenómenos meteorológicos extremos. En Europa se ha presentado una enorme cantidad de iniciativas políticas para lograr la visión descrita en el Pacto Verde Europeo, que incluyen el Plan de Acción «Contaminación Cero», la nueva Estrategia de Adaptación al Clima, la Estrategia Forestal y, más recientemente, la Estrategia para la Protección del Suelo.
Uno de los esfuerzos políticos más importantes del año ha sido la Ley Europea del Clima, el compromiso jurídicamente vinculante de la Unión Europea para lograr la neutralidad climática y la resiliencia al cambio climático para 2050, además de reducir sus emisiones netas de gases de efecto invernadero al menos un 55 % por debajo de los niveles de 1990 para 2030, como hito hacia la neutralidad climática. Para lograr el objetivo del 55 %, la Comisión Europea ha propuesto una serie de iniciativas, conocidas como el paquete «Objetivo 55».
Este paquete se compone de un conjunto de propuestas interconectadas sobre precios, objetivos, estándares y medidas de apoyo para lograr el cambio transformador necesario. La transformación de la economía o la sociedad europeas para lograr la neutralidad climática nunca se ha considerado una tarea fácil, y la pandemia y su recuperación pueden dificultarla todavía más.
No obstante, tal como se muestra en nuestro último «Informe de tendencias y proyecciones», el objetivo de reducción del 55 % para 2030 es realista. Con esfuerzos y políticas adicionales, Europa puede lograr este objetivo. En nuestro nuevo sitio web Clima y energía en la UE se facilita una información detallada sobre los avances de los Estados miembros de la UE hacia sus objetivos para 2030.
Seguimos sufriendo las consecuencias económicas de la crisis de la COVID-19. La interrupción repentina de numerosas actividades económicas debido a los confinamientos por la COVID-19 generó desempleo o subempleo, redujo la producción y ejerció presión sobre los fondos públicos. Actualmente experimentamos un crecimiento de rebote inesperadamente elevado tras la contracción inicial, si bien con alteraciones en el comercio mundial.
Al mismo tiempo, se aprecia un incremento de los precios de la energía antes de la llegada de los meses invernales. En concreto, los precios del gas han alcanzado un máximo histórico, hasta 10 veces el nivel de hace un año. Numerosos países europeos dependen del gas natural y el alza de los precios se ha notado en muchos hogares, lo que podría dar lugar a un mayor uso de combustibles más contaminantes como el carbón o, simplemente, a una pobreza energética. En unos momentos en los que una menor actividad económica implica unos menores ingresos fiscales y un mayor gasto público, debido a que el gasto en atención sanitaria y desempleo ejerce una presión adicional sobre las finanzas públicas, este tipo de decisiones políticas nunca ha sido fácil.
Ante tales dificultades, ¿debemos reducir el nivel de nuestra ambición o desacelerar? Jamás
Un retraso en la acción o la inacción no harán que desaparezcan los problemas a los que nos enfrentamos. Por el contrario, es muy probable que cualquier retraso se traduzca en unos mayores costes sociales y sanitarios a largo plazo. Sin embargo, cualquier avance en los esfuerzos relacionados con el clima y el medio ambiente puede dar lugar a logros concretos. Por ejemplo, un aire más limpio ha ayudado a que se salven centenares de miles de vidas en Europa. El establecimiento de directrices más estrictas por parte de la Organización Mundial de la Salud puede habernos ayudado a evitar 170 000 muertes prematuras en 2019. Del mismo modo, podemos adoptar medidas climáticas, al tiempo que se abordan los costes sociales y se ayuda a las personas más afectadas.
Por muy difíciles que sean las decisiones diarias que debamos tomar en 2022, tenemos que ser lo suficientemente valientes como para mantener el rumbo hacia el objetivo de sostenibilidad establecido en el Pacto Verde Europeo y aplicado a través de paquetes legislativos, como el paquete «Objetivo 55».
La clave reside en la solidaridad social. Europa ya ha puesto en marcha algunos mecanismos de dotación financiera para ayudar a las personas afectadas. Debemos reforzar este componente social en nuestros esfuerzos y abordar las desigualdades sociales que puede generar la transición económica. Estoy convencido de que juntos podemos construir un futuro mejor para todos.
Aprovechemos los próximos 12 meses para intensificar nuestra ambición y conseguir que 2022 sea el año de la solidaridad, la valentía y la esperanza.
Hans Bruyninckx
Director Ejecutivo de la AEMA
Editorial publicado en el Boletín de la AEMA de junio de 2021
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