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¿Qué tienen en común numerosos viñedos dispersos por paisajes idílicos, centros industriales y vertederos? La respuesta podría ser la presencia de sustancias químicas. Desde metales pesados hasta contaminantes orgánicos y microplásticos, el suelo en el que cultivamos nuestros alimentos y la tierra sobre la que construimos nuestras casas podrían estar contaminados con distintos contaminantes. Los contaminantes están generalizados y se acumulan en la tierra y los suelos de Europa. ¿Cómo podemos abordar este problema?
La mayoría de los alimentos que comemos se producen en la tierra y en el suelo. Lo que comemos y cómo lo producimos ha cambiado de forma significativa en el último siglo, junto con la sociedad y el paisaje europeos. La intensificación de la agricultura ha permitido que Europa produzca más alimentos a precios más asequibles, aunque a expensas del medio ambiente y de la agricultura tradicional. Ha llegado el momento de replantearnos nuestra relación con los alimentos que ponemos en el plato y con la tierra y las comunidades que los producen.
El cambio climático repercute de manera considerable en el suelo, y los cambios en el uso de la tierra y el suelo pueden acelerar o ralentizar el cambio climático. Sin unos suelos más sanos y una gestión sostenible de la tierra y el suelo, no podemos abordar la crisis climática, producir suficientes alimentos ni adaptarnos a un clima en cambio. La respuesta podría estar en preservar y restaurar ecosistemas principales y en dejar que la naturaleza capture carbono de la atmósfera.
¿Quién es el propietario de la tierra y de sus recursos? ¿Quién decide cómo pueden utilizarse? En algunos casos, la tierra es propiedad privada que puede comprarse y venderse y que es utilizada exclusivamente por sus propietarios. A menudo su uso está regulado por la normativa nacional o local, por ejemplo, para mantener las zonas de bosque. En otros casos, algunas zonas están designadas únicamente para el uso público. Sin embargo, la tierra no es únicamente espacio o territorio. Cuando todos utilizamos la tierra y confiamos en sus recursos, la gestión sostenible exige que propietarios, reguladores y usuarios trabajen juntos a escala local y global.
Conocido como «los ojos de Europa sobre la Tierra», Copernicus, el programa de la UE de vigilancia y observación de la Tierra, está revolucionando el modo en que comprendemos y planificamos el uso más sostenible de los valiosos recursos de la tierra y el suelo. Desde la planificación urbana, las rutas de transporte y los espacios verdes a la agricultura de precisión y la gestión forestal, Copernicus ofrece información detallada y puntual sobre la observación de la tierra para apoyar el proceso de toma de decisiones.
El paisaje europeo está cambiando. Las ciudades y sus infraestructuras están invadiendo los terrenos agrícolas productivos, fragmentando el paisaje en parcelas más pequeñas y afectando a la vida salvaje y los ecosistemas. Además de la fragmentación del paisaje, el suelo y la tierra se enfrentan a muchas otras amenazas: la contaminación, la erosión, la compactación, el sellado, la degradación e incluso el abandono. ¿Qué ocurriría si pudiéramos reciclar la tierra que ocupan las ciudades y las infraestructuras urbanas en lugar de ocupar terreno agrícola?
No podemos vivir sin una tierra y un suelo sanos. Sobre la tierra producimos la mayoría de nuestros alimentos y construimos nuestros hogares. La tierra es esencial para todas las especies, ya sean animales o plantas que viven en la tierra o el agua. El suelo —uno de los componentes esenciales de la tierra— es un elemento muy complejo que desborda vida y que, con frecuencia, no se valora lo suficiente. Por desgracia, el modo en el que actualmente utilizamos la tierra y el suelo en Europa y en todo el mundo no es sostenible. Esto repercute de forma considerable en la vida en la tierra.
En Europa se recopilan cada vez más datos, lo que mejora nuestra comprensión del medio ambiente. Los datos de observación de la Tierra obtenidos a través del programa Copernicus de la Unión Europea plantean nuevos retos y oportunidades para mejorar nuestro conocimiento medioambiental. A través de la combinación de los datos actualizados del programa Copernicus con los que integran la base de conocimientos existente de la Agencia Europea de Medio Ambiente (AEMA), esta pretende capacitar a los responsables de la formulación de políticas y a la ciudadanía de toda Europa en lo que concierne a la adopción de medidas encaminadas a resolver problemas locales, nacionales y globales.
El suelo es esencial para los sistemas naturales y para la sociedad humana, pero las actividades del hombre amenazan el funcionamiento de los recursos de la Tierra, y particularmente del suelo, a escala mundial. ¿Por qué sucede esto? ¿Qué está haciendo Europa para evitarlo? Siendo 2015 del Año Internacional del Suelo, planteamos estas preguntas a Geertrui Louwagie, directora de proyectos de evaluación e informes sobre el suelo en la Agencia Europea del Medio Ambiente.
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