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Desde que se adoptaron en Europa los primeros actos legislativos en materia medioambiental en el decenio de 1970, las autoridades han supervisado y registrado diferentes elementos para comprender los problemas y las tendencias medioambientales. En algunos casos, ha habido incluso grupos de ciudadanos, como los observadores de aves, que han recopilado datos en apoyo de la conservación de la naturaleza. La legislación de la UE establece a menudo parámetros específicos para medir el progreso hacia la consecución de los objetivos establecidos en dicha normativa. En la actualidad, los países europeos supervisan y notifican cantidades significativas de datos armonizados, desde gases de efecto invernadero liberados a la atmósfera hasta las tasas de reciclaje de los municipios.
El conocimiento y la comprensión de las cuestiones medioambientales ha ido aumentando progresivamente, junto al número de obligaciones de remitir datos oficiales sobre problemas específicos. A medida que han ido aumentando los conocimientos recabados, también lo han hecho la conciencia y la comprensión de los estrechos vínculos entre las observaciones temáticas y sectoriales. Las políticas europeas han evolucionado consiguientemente, pasándose de la adopción de legislación referida a asuntos específicos a unos paquetes de políticas más amplios y sistémicos.
Sobre todo a través de la red de información y observación sobre el medio ambiente (Eionet, por sus siglas en ingles), la Agencia Europea de Medio Ambiente gestiona actualmente más de 100 obligaciones de remisión de datos oficiales que afectan a varios centenares de instituciones en 39 países. Estos conjuntos de datos, altamente comparables y coherentes, nos han ayudado a comprender algunas cuestiones clave que afectan al estado del medio ambiente europeo.
A pesar de estos importantes avances en nuestros conocimientos, las observaciones y los flujos de datos siguen presentando un carácter hasta cierto punto fragmentado en las diferentes áreas temáticas y a los parámetros temporales y espaciales. Casi todas las evaluaciones que hemos publicado en los últimos años, incluido nuestro último informe sobre el estado del medio ambiente (SOER 2015), destacan la naturaleza compleja y global de los principales problemas medioambientales, así como las interrelaciones entre ellos. Es imposible entender la contaminación atmosférica sin tener en cuenta lo que sucede con los suelos y los océanos. Existen limitaciones similares si nos concentramos en un área.
Por ejemplo, miles de estaciones de vigilancia de toda Europa recogen muestras de aire con una frecuencia determinada y analizan y notifican los niveles de concentración de los principales contaminantes atmosféricos. Este flujo de datos constituye un paso importante hacia una mejor comprensión de la calidad del aire que respiramos. No obstante, sigue estando limitado a unas lecturas tomadas en momentos específicos que solo son plenamente relevantes a escasos metros de distancia de los dispositivos de medición de la estación de control de que se trate.
La calidad del aire en las zonas situadas entre las estaciones de control era relativamente desconocida hasta hace poco. Las observaciones de satélite y la modelización informática cada vez más precisa de los macrodatos están modificando esta situación, y no solo en lo que concierne al control de la calidad del aire.
La Unión Europea ha invertido en la observación de la Tierra a través de su programa Copernicus, que incluye no solo imágenes por satélite de alta resolución sino, asimismo, observacionesin situ recogidas a través de sensores sobre el terreno y en el suelo, sondas meteorológicas, boyas y sensores en las profundidades oceánicas, por ejemplo. Los satélites de Copernicus pueden controlar y transmitir un amplio espectro de datos de observación de la Tierra, los cuales van desde la composición química de la atmósfera hasta cambios en la vegetación durante la temporada de crecimiento. Todos los datos y productos de información de Copernicus son accesibles en línea y gratuitos.
Copernicus se organiza en torno a seis servicios: atmósfera, medio marino, tierra, cambio climático, gestión de emergencias y seguridad. La Comisión Europea es responsable de la coordinación general, mientras que la ejecución de los servicios básicos individuales incluye a todos los principales agentes de la observación de la Tierra en Europa. Desde 2012, la Agencia Europea de Medio Ambiente coordina los componentes paneuropeos y locales del servicio de vigilancia terrestre, prestando apoyo a las solicitudes referidas a ámbitos diversos tales como la ordenación del espacio, la gestión forestal, la gestión del agua, la conservación de la naturaleza y la agricultura. La AEMA también coordina el componentein situde Copernicus referido a todos los servicios básicos.
El potencial de lo que podemos lograr colectivamente gracias a estos datos es inmenso. Al combinar un número cada vez mayor de conjuntos de datos, podemos entender mejor lo que está sucediendo, por qué está sucediendo, quién se verá afectado por lo acontecido y cómo. Imagínese la posibilidad de efectuar un seguimiento de los cambios experimentados en cuanto a la cantidad de agua en toda Europa con un nivel de detalle de 10 por 10 metros o de analizar el modo en que la producción de cultivos se verá afectada a corto plazo y al tenerse en cuenta las repercusiones a largo plazo del cambio climático. Nuestro Índice de calidad del aire, que cuenta con datos actualizados al minuto, podría seguir desarrollándose para incluir previsiones exactas sobre la calidad del aire que contemplaran cambios en el viento u otras pautas atmosféricas.
Los macrodatos (big data), basados en grandes flujos de datos sobre mediciones espaciales y temporales detalladas, así como en datos aportados de manera colectiva, pueden suponer, desde luego, nuevos retos para los encargados de su gestión en lo que concierne a las infraestructuras informáticas y a la capacidad de procesamiento necesarias. Además, el aumento de la cantidad de datos no dará lugar automáticamente a una mejor comprensión del medio ambiente o de las interrelaciones entre los problemas medioambientales. La gestión de macrodatos requiere de inversión tanto en capacidad analítica como en infraestructuras informáticas.
La Agencia Europea de Medio Ambiente, en su calidad de colaborador y usuario principal de los servicios de Copernicus, integra los resultados del programa en sus evaluaciones y en su base de conocimientos. También hemos empezado a desarrollar nuestra capacidad de evaluación, lo que incluye la inversión en servicios informáticos basados en la nube y la creación de alianzas encaminadas a adaptarse a la gestión de macrodatos. Nuestro objetivo consiste en compartir este conocimiento más detallado, preciso y oportuno con las autoridades y los ciudadanos de toda Europa y contribuir a mejorar la salud de los europeos y del medio ambiente de Europa.
Hans Bruyninckx
Director Ejecutivo de la AEMA
Editorial publicado en el Boletín de noticias de la AEMA número 2018/1 del 15 de marzo de 2018.
Para más información sobre la imagen vía satélite de Ámsterdam, consúltese la página correspondiente del sitio web de la Agencia Espacial Europea.
For references, please go to https://eea.europa.eu./es/articles/el-medio-ambiente-en-europa or scan the QR code.
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