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El aire europeo está mucho más limpio de lo que estaba cuando la Unión Europea (UE) y sus Estados miembros comenzaron a introducir políticas de calidad del aire y prevención y control de la contaminación hace aproximadamente medio siglo.
Las políticas europeas y nacionales y las medidas locales han podido doblegar la contaminación procedente del transporte, la industria y el sector energético.
Pese a estos avances, las evaluaciones anuales de la AEMA Air quality in Europe (Calidad del aire en Europa) muestran sistemáticamente que la contaminación del aire sigue siendo un peligro para la salud humana y el medio ambiente. Los niveles de contaminación atmosférica de muchas ciudades europeas siguen superando los límites legales de la EU y las directrices de la Organización Mundial de la Salud (OMS) para la protección de la salud humana. La trágica consecuencia de ello es que, según los cálculos de la AEMA, alrededor de 400 000europeosfallecenprematuramente cada año debido a la mala calidad del aire.
La contaminación atmosférica es la principal causa de muertes prematuras por factores medioambientales en Europa, pero también tiene un considerable impacto económico. Aumenta los gastos médicos y reduce la productividad económica, debido a la mala salud de los trabajadores. La contaminación del aire también perjudica al suelo, los cultivos, los bosques, los lagos y los ríos. Los contaminantes incluso dañan nuestras casas, puentes y otras construcciones.
Además, el impacto negativo de la mala calidad del aire no se distribuye de manera uniforme en la sociedad. Un informe reciente de la AEMA mostraba que la contaminación del aire, igual que las temperaturas extremas y el ruido, afectan de manera desproporcionada a los ciudadanos más vulnerables de Europa, especialmente en las regiones del este y el sur de Europa. Además de las mejoras globales, se necesitan medidas específicas para proteger mejor a los grupos vulnerables.
La disminución de muchas de las actividades sociales y económicas durante la pandemia llevó a una reducción de las emisiones y los consiguientes niveles de ciertos contaminantes atmosféricos. Por ejemplo, el uso de vehículos disminuyó durante los confinamientos, lo que dio lugar a menores concentraciones de dióxido de nitrógeno en muchas ciudades de Europa.
La exposición a la contaminación del aire está asociada a enfermedades cardiovasculares y respiratorias, ambas patologías conocidas por aumentar la susceptibilidad a la COVID-19 y afectar negativamente al pronóstico. En algunos artículos, que no han sido objeto de una revisión inter pares, se sugería una relación entre la contaminación del aire y las elevadas tasas de mortalidad por COVID-19, por ejemplo, en Italia y en Estados Unidos, pero se requieren más investigaciones epidemiológicas para aclarar posibles asociaciones causales.
Para más información: www.eea.europa.eu/post-corona-planet/explore.
Las partículas contaminantes (PC), el dióxido de nitrógeno (NO2)yelozonotroposférico (O3) son los contaminantes que provocan mayores daños a la salud humana y el medio ambiente en Europa. Las principales fuentes de estos contaminantes son el transporte por carretera, las calefacciones domésticas, la agricultura y la industria.
En las ciudades, donde viven alrededor de tres de cada cuatro europeos, el tráfico rodado suele ser la principal fuente de contaminación del aire, especialmente porque los coches emiten contaminantes a nivel del suelo, cerca de las personas. En algunas zonas de Europa, la calefacción doméstica con madera y carbón es la fuente más importante de contaminantes nocivos. Lamentablemente, estas emisiones también aumentan durante los meses de invierno, en los que las condiciones climáticas impiden a menudo que los contaminantes se dispersen.
Lo que tienen en común las fuentes de contaminantes del aire es que están muy arraigadas en los sistemas básicos de movilidad, energía y producción y consumo de alimentos de nuestras sociedades. Estos mismos sistemas no solo son las principales fuentes de contaminantes del aire, sino también las causas originarias de la crisis climática y la rápida pérdida de biodiversidad.
La forma en que se mueven las personas y las mercancías, cómo generamos calor y electricidad y cómo producimos y consumimos los alimentos conforman, en muchos aspectos, las bases de nuestro modo de vida actual. Por ello, no es fácil cambiar estos sistemas. En muchos casos, nos obliga a reconsiderar la forma en que hemos construido nuestras sociedades y la manera en que vivimos nuestra vida.
La AEMA ha colaborado con varias ciudades europeas en un proyecto piloto para conocer mejor los desafíos que plantea la mejora de la calidad del aire a nivel local. Las 10 ciudades que participaron en el proyecto piloto, entre otras cosas, han ampliado la red de calefacción urbana, fomentado el uso de la bicicleta, reducido los límites de velocidad y aplicado tasas por congestión del tráfico para mejorar la calidad del aire local. Otras iniciativas de éxito incluyen la reubicación de las instalaciones industriales, la modernización de las estufas y calderas domésticas, el uso de combustibles más limpios para las calefacciones, el cambio a autobuses y tranvías más limpios y la introducción de zonas de transporte de bajas emisiones.
Estas medidas reducen la contaminación local y con frecuencia el ruido y mejoran la calidad de vida de los residentes. Además, también sirven para disminuir las emisiones de gases de efecto invernadero y, en muchos casos, ahorrar dinero. Sin embargo, esas mismas ciudades también informaron de importantes retos, especialmente a la hora de lograr la implicación de los ciudadanos y defender políticamente medidas que mejoren la calidad del aire.
Para obtener mejores resultados, las medidas locales y regionales deben ir acompañadas de políticas nacionales y de la UE eficaces que con frecuencia ofrecen considerables beneficios colaterales en la reducción simultánea de las emisiones de gases de efecto invernadero y de la contaminación del aire. Estos beneficios colaterales pueden lograrse, por ejemplo, mejorando la eficiencia energética y haciendo más ecológico el sistema de movilidad.
En un reciente informe del Tribunal de Cuentas Europeo se señalaba que los ciudadanos pueden desempeñar un papel fundamental a la hora de presionar para tener una mejor calidad del aire. Para informar a los ciudadanos, la AEMA da acceso prácticamente en tiempo real a datos y estadísticas sobre la calidad del aire. La AEMA y la Comisión Europea también han elaborado una herramienta en línea, el Índice Europeo de Calidad del Aire, quepermitealosciudadanos de toda Europa comprobar la calidad actual del aire donde viven, trabajan o viajan. El índice se calcula con datos horarios de más de 2 000 estaciones de medición de la calidad del aire en toda Europa y también ofrece información y recomendaciones relacionadas con la salud.
Las personas cada vez están más interesadas en la calidad del aire que respiran, y algunos ciudadanos adoptan medidas para medir la calidad del aire local ellos mismos mediante la ciencia ciudadana. La AEMA está trabajando junto con la European Network of the Heads of Environmental Protection Agencies (Red Europea de los Responsables de las Agencias de Protección del Medio Ambiente, Red EPA) en un proyecto denominado CleanAir@School, que implica que el alumnado, los progenitores y el profesorado midan las concentraciones de contaminantes en los colegios.
Los colegios que participan en el proyecto miden las concentraciones de dióxido de nitrógeno con unos dispositivos sencillos de bajo coste, poniendo un sistema de muestreo junto a la carretera delante del colegio y otro en una zona menos contaminada, como el suelo detrás del colegio. El objetivo del proyecto es aumentar la sensibilización sobre el tráfico como fuente de contaminación atmosférica y animar a padres y madres a dejar de llevar a sus hijos al colegio en coche.
Las medidas y las políticas locales regionales, nacionales y de la UE con objetivos vinculantes han mejorado la calidad del aire en Europa, en beneficio de sus ciudadanos y del medio ambiente. Cada vez son más las personas de todo el mundo que exigen avances similares. Reducir el número de muertes y enfermedades por la contaminación del aire es una de las metas de los Objetivos de Desarrollo Sostenible, cuyo fin es garantizar una vida sana y favorecer el bienestar. Incluyen también objetivo similar para que las ciudades y las comunidades sean sostenibles. Al igual que ocurre con los demás objetivos, lograrlo traería enormes beneficios globales, como un aumento de la productividad y una reducción del gasto sanitario.
Las medidas necesarias para reducir la contaminación del aire, tanto en Europa como a escala mundial, son en gran parte las mismas medidas que se necesitan para afrontar la crisis del clima y detener la degradación de la naturaleza. Tenemos que cambiar radicalmente y descarbonizar nuestros sistemas de producción y consumo, especialmente los relacionados con la movilidad, la energía y los alimentos.
For references, please go to https://eea.europa.eu./es/senales/senales-de-la-aema-2020/articles/una-mejor-calidad-del-aire or scan the QR code.
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