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Entrevista - La economía de la biodiversidad: ¿puede la contabilidad ayudar a salvar la naturaleza?

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Article Publicado 09/08/2022 Última modificación 29/08/2023
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El hecho de adjudicar un valor a la naturaleza, ¿puede ayudar a protegerla o necesitamos nuevos modelos de gobernanza? ¿Qué relación tiene el comercio con la pérdida de biodiversidad y las desigualdades? Hablamos con James Vause, economista jefe del Centro Mundial de Vigilancia de la Conservación del Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA-CMVC), que ha contribuido al Informe Dasgupta sobre la economía de la biodiversidad, especialmente al capítulo dedicado al comercio y a la biosfera.

Debemos cambiar la forma en que satisfacemos las necesidades y los deseos humanos para garantizar que la economía mundial funcione dentro de las limitaciones del planeta.

¿Qué haría falta para frenar la pérdida de biodiversidad, adjudicar una valor económico «adecuado» a la naturaleza?

Para actuar con eficacia, es esencial una comprensión transversal. Podría tratarse de entender el papel de la naturaleza en el mantenimiento de la actividad económica, el impacto de la actividad económica en la biodiversidad, los costes y beneficios de las opciones políticas para hacer frente a estos impactos o evaluar los múltiples beneficios de las inversiones en la naturaleza. Es lo que intentamos hacer en el PNUMA-CMVC Nuestro trabajo se centra, entre otras cosas, en los espacios protegidos, la agricultura, las finanzas sostenibles, el turismo, el comercio, las infraestructuras y la economía azul.

Recientemente hemos publicado un documento en el que se analiza la enorme cantidad de trabajos que se han realizado en los últimos años. Todo apunta a la necesidad de abordar los factores subyacentes de la pérdida de biodiversidad fuera del sector de la conservación. Debemos cambiar la forma en que satisfacemos las necesidades y los deseos humanos para garantizar que la economía mundial funcione dentro de las limitaciones del planeta.

Esto puede requerir conseguir que el valor económico de la naturaleza sea mucho más visible y asegurarse de que se tenga en cuenta. Pero esto es solo una parte. Como destaca el Informe Dasgupta, gran parte del problema está relacionado con un fallo institucional: el modo en que regulamos la actividad económica y financiera y también en cómo medimos el progreso. 

¿Cuáles son los puntos que le gustaría destacar del Informe Dasgupta?

El Informe Dasgupta no rehuye la magnitud del reto al que nos enfrentamos. Destaca que, si queremos aumentar la oferta de capital natural y reducir nuestras demandas sobre la biosfera, serán necesarios cambios a gran escala. Estos cambios deben estar respaldados por niveles de ambición, coordinación y voluntad política al menos tan grandes como los del plan Marshall puesto en marcha tras la Segunda Guerra Mundial. Demuestra que necesitamos el compromiso de las administraciones y a través de las fronteras internacionales.

Destaca la importancia de la educación y de asegurarse de que apreciemos nuestro lugar en la naturaleza, para que estemos dispuestos a adoptar y mantener las medidas que necesitamos. También destaca el papel del individuo. Todas las personas tomamos decisiones que afectan a la naturaleza, así que podemos ser parte del cambio. Yo, por ejemplo, he cambiado recientemente de banco y de plan de pensiones. 

¿Qué tipo de estructuras de gobernanza necesitamos para superar este «fallo institucional»?

Con nuestros socios de la Iniciativa de conservación de Cambridge, estamos estudiando el tipo de gobernanza que se necesita con el fin de gestionar los paisajes para obtener múltiples beneficios, incluida la biodiversidad. Vemos que hay diferentes organizaciones con distintos mandatos e intereses que trabajan dentro de límites administrativos diferentes pero superpuestos, ninguno de los cuales suele coincidir con los límites ecológicos. Incluso puede haber una dimensión internacional, por ejemplo si hay intereses de comercio e inversión internacionales. ¿Cómo equilibrar los intereses internacionales con los objetivos de la población local y los objetivos de biodiversidad a nivel nacional? Es un reto de gobernanza.

Según el programa de trabajo del Foro Económico Mundial sobre la Nueva Economía de la Naturaleza, alrededor de la mitad del producto interior bruto (PIB) mundial depende moderadamente o mucho de la naturaleza, y esta dependencia no se concentra en los grandes países productores de productos agrícolas del mundo debido a los vínculos comerciales globales.

¿Cómo equilibrar los intereses internacionales con los objetivos de la población local y los objetivos de biodiversidad a nivel nacional? Es un reto de gobernanza.

Cambiar la forma en que nuestras economías se relacionan con la biodiversidad no solo consiste en acordar un buen marco para después de 2020 en el Convenio sobre la Diversidad Biológica, sino también en su adopción por parte de otras instituciones internacionales, en este caso, la Organización Mundial del Comercio. Afortunadamente, se están produciendo algunos avances en este sentido. Por ejemplo, el Acuerdo sobre Cambio Climático, Comercio y Sostenibilidad está tratando de establecer el modo en que las normas comerciales pueden apoyar los objetivos climáticos y de sostenibilidad.

Como en todas las estructuras de gobernanza, es esencial contar con un mecanismo de aplicación. En última instancia, esto depende del compromiso de los países y sus dirigentes de asignar recursos suficientes para hacer frente a la pérdida de biodiversidad. Aquí también hay algunos avances alentadores, como el Pacto Verde Europeo y el Compromiso de los Líderes por la Naturaleza de la Cumbre sobre la Biodiversidad de las Naciones Unidas de 2020. Sin embargo, como destaca el Informe Dasgupta, necesitamos una acción coordinada a gran escala.

¿Qué tipo de desigualdades sociales están relacionadas con la pérdida de biodiversidad?

En primer lugar, existe una desigualdad en cuanto al impacto entre los países. El comercio nos permite tener lugares donde la huella de la humanidad supera la capacidad local de la naturaleza para suplir esa huella. Si lo consideramos desde un punto de vista global, significa que, a través del comercio, los países más ricos están impulsando la pérdida de biodiversidad en todo el mundo. Si comparamos los resultados de los países en el índice de desarrollo humano con sus huellas ecológicas, solo unos pocos países con un elevado índice de desarrollo humano operan dentro de una misma proporción de la biocapacidad mundial.

Y luego, existen diferencias dentro de la sociedad. Si, a partir del ejemplo del comercio, consideramos que los beneficios de la participación en el comercio no redundan necesariamente en los más pobres de la sociedad, el panorama es preocupante. Esto se debe a que los más pobres de la sociedad son también los que probablemente soporten los mayores costes de cualquier pérdida de biodiversidad relacionada con el comercio, ya que son los que más dependen de la naturaleza en su vida cotidiana.

Y por último, está la desigualdad intergeneracional. Tras haber leído recientemente «Una vida en nuestro planeta» de David Attenborough, el punto intergeneracional me aterra. Nuestro mundo está cambiando muy rápido. Un análisis realizado para el Informe Dasgupta por el Museo de Historia Natural y Vivid Economics también puso de manifiesto que, si retrasamos una década la actuación sobre la biodiversidad, los costes de estabilizar la pérdida de biodiversidad se duplican y desaparece la posibilidad de mantener niveles de biodiversidad similares a los que disfrutamos hoy. Así que la urgencia de actuar ahora también es más clara que nunca.

¿Puede el nuevo sistema de contabilidad de las Naciones Unidas cambiar la forma en que valoramos la naturaleza?

El Informe Dasgupta sugiere que debemos pasar a medir nuestra riqueza como medida de progreso económico, en lugar de nuestros ingresos o niveles de actividad, tal y como recoge el PIB. Propone que midamos nuestro progreso basándonos en la riqueza inclusiva, que incluye el capital natural. Esta idea está integrada en el nuevo Sistema de Contabilidad Ambiental y Económica de las Naciones Unidas – la contabilidad de los ecosistemas, (SCEI-CE), ya que una parte fundamental de las reservas de capital natural son nuestros ecosistemas.

Ya estamos viendo los efectos del nuevo sistema en nuestro trabajo. Las orientaciones del SCEI-CE ha ampliado el alcance de los datos sobre biodiversidad. En lugar de ser un cometido de los ministerios de medio ambiente, ahora son las oficinas de estadísticas nacionales las que recopilan y difunden los datos, que a su vez son examinados por los departamentos de planificación económica, los cuales promueven las políticas de protección de la naturaleza, pero desde la perspectiva del progreso socioeconómico. Es muy emocionante y prometedor.

¿Es usted optimista en cuanto a nuestra capacidad para cambiar la forma en que valoramos la naturaleza y nos relacionamos con ella?

Creo que la gente sí quiere un cambio y quiere algo más que palabras de los gobiernos. También creo que la COVID-19 nos ha dado una pequeña llamada de atención.

En el Informe Dasgupta también se hace hincapié en la idea de las preferencias socialmente arraigadas, es decir, que el comportamiento y las prácticas de una persona están influidos por el comportamiento y las prácticas de los demás. Esto ofrece la esperanza de que sea posible un cambio de comportamiento generalizado, y a un coste menor del que cabría esperar si las personas lo cumplen. La actual moda de las dietas con predominio de los vegetales podría ser un buen ejemplo.

 Más información sobre biodiversidad y servicios ecosistémicos.

James Vause

James Vause
Economista jefe del PNUMA-CMVC

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