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Por desgracia, siglos de explotación han hecho mella en la biodiversidad de Europa. Nuestra naturaleza se encuentra en mal estado y la mayoría de las numerosas especies animales de Europa, como el halcón sacre y el salmón del Danubio, así como los hábitats, desde las praderas a las dunas, en toda Europa, se enfrentan a un futuro incierto, a menos que se tomen medidas urgentes para revertir la situación.
A esta seria conclusión llegó el último Informe de la AEMA sobre el 1, que es la verificación del estado de salud más completa jamás realizada en la UE
La buena noticia es que la concienciación sobre la importancia de la naturaleza y la biodiversidad es cada vez mayor y ya se están tomando medidas para remediar la situación. El Informe de la AEMA sobre el estado de la naturaleza muestra una evolución positiva de las iniciativas en materia de conservación.
Tanto el número como la superficie de los espacios protegidos en el ámbito de la red Natura 2000 de la UE han aumentado durante los seis últimos años y la UE cumplió los objetivos globales con la protección de alrededor de un 18 % de su superficie terrestre y casi el 10 % de su superficie marina.
Sin embargo, los progresos generales realizados no bastan para cumplir los objetivos de la vieja Estrategia de la Unión sobre la Biodiversidad hasta 2020. La mayoría de las especies y los hábitats protegidos presentan un estado de conservación deficiente o malo, y muchos de ellos siguen deteriorándose. De los tres grupos principales estudiados, los hábitats y las aves se encuentran muy a la zaga, mientras que el grupo de especies no aviares está próximo a cumplir su objetivo.
Los insectos y, en particular, las abejas, también están en declive según la AEMA y otros estudios. Lo cierto es que alrededor del 9 % de las abejas están en peligro de extinción en la UE, según la Lista Roja europea. Sin embargo, respecto de la mayoría de las especies de abejas no se dispone de suficiente información científica para evaluar su riesgo de extinción.
El Informe de la AEMA sobre el estado de la naturaleza en la UE señala que los hábitats más importantes de los polinizadores –praderas, matorrales, turberas altas y bajas y bosques– suelen tener un mal estado de conservación. La razón principal de esta situación es el abandono de las praderas, la ampliación de las tierras agrícolas y el uso de fertilizantes.
La situación de las aguas costeras europeas, desde el Báltico hasta el Mediterráneo, es igual de alarmante. Según el último Informe de la , es necesario tomar medidas urgentes para que los ecosistemas marinos europeos vuelvan a estar en buenas condiciones, tras años de grave sobreexplotación y abandono.
El impacto de las actividades humanas en la tierra y el uso de nuestros mares han provocado cambios en el número y la distribución de las especies y los hábitats marinos, así como en la composición física y química general de los mares. Además, los problemas causados por el cambio climático están agravando los efectos de las demás amenazas y van a cambiar los ecosistemas marinos de forma irreversible. Sin embargo, hay signos de recuperación en algunas zonas gracias a los esfuerzos que se están realizando para reducir ciertos impactos, como los causados por los contaminantes, la eutrofización y la sobreexplotación pesquera.
En general, ahora hay planes más ambiciosos para afrontar los retos, como la nueva Estrategia de la UE sobre la biodiversidad de aquí a 2030, la Estrategia «de la granja a la mesa» y la Estrategia de adaptación al cambio climático de la UE, que son elementos fundamentales del Pacto Verde Europeo.
La estrategia sobre la biodiversidad pretende revertir el declive de la biodiversidad en la próxima década. Esta estrategia tiene por objeto reforzar y ampliar la red de espacios protegidos, establecer un plan de recuperación y garantizar unos ecosistemas saludables, resilientes al cambio climático, ricos en biodiversidad y que proporcionen los servicios esenciales para la prosperidad y el bienestar de la ciudadanía.
También será necesario un esfuerzo adicional para mejorar las capacidades de seguimiento de los Estados miembros con el fin de apoyar los objetivos de la UE. Asimismo, se necesitan más datos para evaluar mejor el papel de la red Natura 2000 y la aplicación de la legislación de la UE debe mejorar considerablemente.
A pesar de estos esfuerzos, sigue preocupando que esta medida llegue demasiado tarde. ¿Se enfrenta ya la naturaleza en Europa y en otros lugares del mundo a una nueva extinción, denominada sexta ola de extinción masiva, que amenazará también nuestra propia existencia humana?
Aunque los científicos y los expertos están divididos, crece la preocupación de que un evento masivo de este tipo ya esté en marcha desde hace algunos años. La pérdida del rinoceronte negro de África Occidental en estado salvaje fue noticia en todo el mundo hace una década, pero muchas más especies, también en Europa, han desaparecido en su mayoría.
Entre ellas se encuentra el coregono picudo, un coregono de agua dulce que solía encontrarse en Alemania, Bélgica, Dinamarca, Francia y Países Bajos, y que estos países están intentando reintroducir. Otras seis especies de aves, entre ellas la curruca sahariana y el ibis calvo, se consideran extinguidas, a escala regional o mundial. La Lista Roja europea de especies que se consideran extinguidas incluye también varias especies de mariposas, moluscos y vegetales.
El informe de la AEMA (SOER 2020) señala que decenios de actividad social y económica acelerada han transformado la relación de la humanidad con el medio ambiente. Aunque esta actividad ha aportado muchos beneficios, como el alivio del sufrimiento y la pobreza, también ha causado un daño generalizado a los ecosistemas.
Del mismo modo, destacados expertos de las Naciones Unidas ya han dado la voz de alarma de que nuestra explotación de la naturaleza y la contaminación del aire y del agua, a manos de una población humana mundial creciente, están teniendo un impacto desastroso en nuestra biodiversidad, al igual que el cambio climático.
La última evaluación global de la Plataforma Intergubernamental Científico-Normativa sobre Diversidad Biológica y Servicios de los Ecosistemas (IPBES), publicada en 2019, estimó que un millón de especies animales y vegetales se encuentran en riesgo de extinción en todo el mundo y se cree que muchas de ellas son insectos. El informe señala que no es demasiado tarde para revertir la situación si se actúa con rapidez para reducir la emisión de gases de efecto invernadero, que alimenta el cambio climático, y se detiene la explotación de los recursos naturales.
Fuente: El estado de la naturaleza en la UE, Informe de la AEMA n.º10/2020.
Todavía se desconoce la causa exacta del brote de coronavirus, pero las pruebas apuntan a que la COVID-19 es una enfermedad que saltó de los animales a los humanos. Tres cuartas partes de las nuevas enfermedades infecciosas se transmiten de los animales al ser humano y la aparición de estos patógenos, especialmente fuera de Europa, está relacionada con la intensificación de la agricultura, la degradación medioambiental y la interacción humana con los animales en el sistema alimentario.
Más allá de las causas de la pandemia, los consiguientes confinamientos nos han ofrecido la extraña visión de un mundo con una actividad económica y una movilidad significativamente reducidas. En Europa, se compartieron muchas historias anecdóticas sobre el comportamiento y la distribución aparentemente cambiantes de la fauna salvaje, lo cual refuerza nuestro conocimiento de la capacidad de la naturaleza para volver y recuperarse rápidamente en ausencia de la influencia humana. Lo que sí se ha cuantificado claramente son las mejoras significativas que se han producido en la calidad del aire y del agua, lo cual puede tener un impacto positivo en los animales y en los ecosistemas.
En algunos estudios también se ha informado sobre un mayor deseo de pasar tiempo en la naturaleza durante la pandemia. Durante los confinamientos, las personas buscaron refugio y esparcimiento en bosques, parques, playas y otras zonas abiertas, descubriendo a veces una naturaleza asombrosa cerca de sus casas. Esto puede ayudar a que las personas valoren más la naturaleza, pero también puede aumentar la presión sobre los espacios protegidos. Lo cierto es que debemos aprovechar esta oportunidad para estudiar y aprender sobre las causas, los efectos y el impacto que la pandemia tiene en nosotros y también en la naturaleza.
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